jueves, 14 de agosto de 2014
AMO, ERGO SUM.
El tacto innato de tus manos hacia mis manos no discutía, envilecidos después del romper el paradigma de unos meses de abstención, me veía conmovido y casi moribundo en tu regazo , en tus pechos y tu cabello. Las palabras rusas y francesas terminaron por pegárseme, duelen como inspiración matutina, como no escribir durante el sueño, como acordarse vagamente de tu beso, de la sonrisa que prendía los ojos de cualquiera e iluminaba esa oscuridad repetida, porque lo que observaba y no disimulaba era como titilaban raramente.
"Carpe Diem" Mi musa santurrona, desenvainas una espada gruesa, afilada, cortas las rosas oscuras y hierbas, hasta el farol y, aún así de vano te sigues diciendo Carpe Diem ¿Yo que me sigo diciendo? Amo, ergo sum.
-Por Caribú
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