jueves, 12 de junio de 2014

¿Por que hablar de acoso callejero?

La necesidad de entender un problema que en México es de especial relevancia

Antes de poner un tema a discusión es importante definir qué significa. El Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) entiende al mismo como piropos, silbidos, ruidos, alusiones sexuales al cuerpo y contacto físico hasta acercamiento intimidante, seguimiento, exhibicionismo y masturbación pública realizado en la vía pública.1

Algunas cifras: Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del 2011 casi el 32% de las mujeres mexicanas de más de 15 años han sido violentadas en espacios públicos. De ellas, el 69.5% ha recibido “piropos” ofensivos, al 34.9% las han tocado sin consentimiento y al 18.2% les han hecho sentir miedo a ser atacadas o abusadas sexualmente. En el 89% de los casos el agresor es un desconocido.2

En algunas partes del mundo algunas mujeres han empezado a organizarse y han conseguido que se visualice y hasta que se actué en materia legal sobre el mismo. La organización Hollaback!, inició su campaña en 2011 en Estados Unidos utilizando la tecnología por medio de internet y de celulares, crearon una página web en donde mujeres y personas de la comunidad LGTB de todo el mundo comparten sus experiencias.3

Consiguieron tener filiales en India, Croacia y América Latina. Su finalidad es “dedicarse a erradicar el acoso en la calle -una de las formas más generalizadas de la violencia de género”. Aparte del espacio para compartir sus visiones, han creado mapas de sitios donde suelen ocurrir estos incidentes.

También existe una organización en Argentina que lanzó la campaña “Acción respeto: por una calle libre de acoso” en donde llevaron carteles con “piropos” clásicos que han recibido y tapizaron las calles Argentinas con los mismos sumando la leyenda “Si te incomoda leerlo, imagina  escucharlo”. Con motivo de la Semana Internacional contra el Acoso Callejero realizada en abril pasado.

En México, un colectivo feminista proveniente de Ciudad Juárez conocido como “No quiero tu piropo, quiero tu respeto” se han encargado de traer el tema a nuestro país mediante difusión del mismo en redes sociales y la realización de talleres.4

El pasado 14 de mayo, Bélgica se convirtió en el primer país Europeo en considerar que los piropos son una forma de acoso aprobando una ley en donde se aplicará una multa que va de los 50 a los 1000 euros a quienes acosen mujeres en la vía pública.5

El razonamiento lógico sería legislar en materia del mismo en México pero ¿por qué esto no es viable en nuestro país? Primeramente debemos aceptar que la cultura machista tiene un papel preponderante tanto en mujeres como en hombres lo que hace que la idea de acoso callejero parezca algo descabellado, y el mismo se vea como algo “normal”, “que se hace porque así son los hombres” y hasta “halagador” sin diferenciar lo que significa un halago (consensual) y un piropo (entendido como intromisión o invasión). Y de igual manera aceptar que este mecanismo se prestaría a fraudes por parte de mujeres que lo ven como una oportunidad de victimizarse para obtener un beneficio. Sumado a la dificultad que se encuentra en la diferenciación de los conceptos.

Con esto no estoy diciendo que porque la cultura es machista debemos hacer a un lado el problema ignorándolo, no. Sin embargo nos encontramos en un país con problemas graves en materia de violencia de género. Esta se acepta como algo “normal” en nuestra sociedad. Más datos:

En México 46.1% de las mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja, cuatro de cada 10 mujeres en el país fueron “humilladas, menospreciadas, encerradas, destruido sus cosas o del hogar, vigiladas, amenazadas con irse la pareja, correrlas de la casa o quitarle a sus hijos, amenazadas con algún arma o con matarlas o matarse la pareja”, y en relación a la violencia física, a 13 de cada 100 mujeres en México su pareja la golpeó, amarró, pateó, trató de ahorcar, asfixiar y agredió con un arma y a siete de cada 100 mujeres sus parejas las obligaron a sostener relaciones sexuales.Ni hablar de feminicidios en Juárez o en el Estado de México.

¿Qué hacer? La clave está en aceptar que es un problema que aqueja a nuestra sociedad, que las mujeres somos libres de decidir qué papel deseamos jugar en la sociedad; entender, tanto hombres como mujeres, que las últimas somos personas merecedoras de respeto. Que no hay razón para la intromisión violenta del espacio. Que suprimir el acoso callejero no viola la libertad de “ligar” o de interactuar entre las personas. Para obtener una sociedad en donde se recupere la confianza al transitar en las calles debemos inculcar el respeto hacia las demás personas. Con ello, este tipo de problemas desaparecen.

-Por Samantha Venses

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