La necesidad de entender un problema que en México es de especial relevancia
Antes
de poner un tema a discusión es importante definir qué significa. El
Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) entiende al mismo como piropos,
silbidos, ruidos, alusiones sexuales al cuerpo y contacto físico hasta
acercamiento intimidante, seguimiento, exhibicionismo y masturbación pública
realizado en la vía pública.1
Algunas
cifras: Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los
Hogares (ENDIREH) del 2011 casi el 32% de las mujeres mexicanas de más de 15
años han sido violentadas en espacios públicos. De ellas, el 69.5% ha recibido
“piropos” ofensivos, al 34.9% las han tocado sin consentimiento y al 18.2% les
han hecho sentir miedo a ser atacadas o abusadas sexualmente. En el 89% de los
casos el agresor es un desconocido.2
En
algunas partes del mundo algunas mujeres han empezado a organizarse y han
conseguido que se visualice y hasta que se actué en materia legal sobre el
mismo. La organización Hollaback!, inició su campaña en 2011 en Estados Unidos
utilizando la tecnología por medio de internet y de celulares, crearon una
página web en donde mujeres y personas de la comunidad LGTB de todo el mundo
comparten sus experiencias.3
Consiguieron
tener filiales en India, Croacia y América Latina. Su finalidad es “dedicarse a
erradicar el acoso en la calle -una de las formas más generalizadas de la
violencia de género”. Aparte del espacio para compartir sus visiones, han
creado mapas de sitios donde suelen ocurrir estos incidentes.
También
existe una organización en Argentina que lanzó la campaña “Acción respeto: por
una calle libre de acoso” en donde llevaron carteles con “piropos” clásicos que
han recibido y tapizaron las calles Argentinas con los mismos sumando la
leyenda “Si te incomoda leerlo, imagina
escucharlo”. Con motivo de la Semana Internacional contra el Acoso
Callejero realizada en abril pasado.
En
México, un colectivo feminista proveniente de Ciudad Juárez conocido como “No
quiero tu piropo, quiero tu respeto” se han encargado de traer el tema a
nuestro país mediante difusión del mismo en redes sociales y la realización de
talleres.4
El
pasado 14 de mayo, Bélgica se convirtió en el primer país Europeo en considerar
que los piropos son una forma de acoso aprobando una ley en donde se aplicará
una multa que va de los 50 a los 1000 euros a quienes acosen mujeres en la vía
pública.5
El
razonamiento lógico sería legislar en materia del mismo en México pero ¿por qué
esto no es viable en nuestro país? Primeramente debemos aceptar que la cultura
machista tiene un papel preponderante tanto en mujeres como en hombres lo que
hace que la idea de acoso callejero parezca algo descabellado, y el mismo se
vea como algo “normal”, “que se hace porque así son los hombres” y hasta “halagador”
sin diferenciar lo que significa un halago (consensual) y un piropo (entendido
como intromisión o invasión). Y de igual manera aceptar que este mecanismo se
prestaría a fraudes por parte de mujeres que lo ven como una oportunidad de
victimizarse para obtener un beneficio. Sumado a la dificultad que se encuentra
en la diferenciación de los conceptos.
Con
esto no estoy diciendo que porque la cultura es machista debemos hacer a un
lado el problema ignorándolo, no. Sin embargo nos encontramos en un país con
problemas graves en materia de violencia de género. Esta se acepta como algo
“normal” en nuestra sociedad. Más datos:
En
México 46.1% de las mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de
violencia por parte de su pareja, cuatro de cada 10 mujeres en el país fueron
“humilladas, menospreciadas, encerradas, destruido sus cosas o del hogar,
vigiladas, amenazadas con irse la pareja, correrlas de la casa o quitarle a sus
hijos, amenazadas con algún arma o con matarlas o matarse la pareja”, y en
relación a la violencia física, a 13 de cada 100 mujeres en México su pareja la
golpeó, amarró, pateó, trató de ahorcar, asfixiar y agredió con un arma y a
siete de cada 100 mujeres sus parejas las obligaron a sostener relaciones
sexuales.6 Ni
hablar de feminicidios en Juárez o en el Estado de México.
¿Qué
hacer? La clave está en aceptar que es un problema que aqueja a nuestra
sociedad, que las mujeres somos libres de decidir qué papel deseamos jugar en
la sociedad; entender, tanto hombres como mujeres, que las últimas somos
personas merecedoras de respeto. Que no hay razón para la intromisión violenta
del espacio. Que suprimir el acoso callejero no viola la libertad de “ligar” o
de interactuar entre las personas. Para obtener una sociedad en donde se
recupere la confianza al transitar en las calles debemos inculcar el respeto
hacia las demás personas. Con ello, este tipo de problemas desaparecen.
-Por Samantha Venses
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