Quiero ser luz y cielo quiero dejar de estar muerto
Solo el daño y el tiempo marcan nuestra piel,
el aroma de una vida que se va, la cicatriz del recuerdo que nos hace
palpitar en finita claridad. Hay soledad,
necesidad de sentirme respirar, en un ocaso, en un pensar, el recaer y el
sentir renacer.
La felicidad es el viento ufano, soplo de un
anhelo, fénix
con alas cortas y amarillas desatando estelas
rojas de prosperidad (alegría: una puta embriagada, sustancia gaseosa). Porvenir
en la creencia de un aroma, en la melodía inaudible, la oración inefable, es la
oruga de un dolor vuelto mariposa.
Dolor es la prosa en un verso, un suave
contorno delineando una vida, un frio destello amamantando la virtud, ante tal
probidad la dicha solo quiere frenar, detenerse y soñar;
no caminar solo, acompañarse de un aroma, de un
tranquilizante suplicio. ¿Acaso no es el sentimiento mas sincero? ¿Acaso no es
un mal benévolo? (dolor: madre metamórfica, sustancia liquida) ya la felicidad
envidia su pureza, ya las lagrimas bañan los dulces contornos de rostros
acaramelados. Dolencia es la maestra del alma, pues bien ya me ha enseñado que
la vida la he de respirar con branquias.
Encierro un silencioso secreto, una
encolerizada voz susurrando desahucio, espacios donde la tristeza fornica con
un instinto mecánico, de sensación, monocromático; un espiral donde hay un loco
afán, el afán por arrancarme el pecho, deshacer las cadenas, romperme las
piernas y respirar un poco de agua, querer ser mar para bañar el horizonte y el
sol me evapore, dejar de ser polvo quiero ser huracán y arrasar mi naufragio,
quiero ser luz y cielo quiero dejar de estar muerto, quiero salir de entre las
piernas otra vez.
(La media noche me concedió el descaso eterno,
ahora que he renacido a la entera noche le digo). Que mi grito caiga en un
espacio inaudible, mi sollozo en un teatro vació, ¡pero mis palabras sean
deseadas por todos los oídos!
-Por 'Recio'
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