Lo que sale de la cabeza igual que el vómito sale del estómago
Una cámara oscura observa, y pétalos grises tibiamente fabricados caen en el lomo de mi palo, el dulce palo de victoria, en algún momento, en un instante decido respirar ajeno sin motivo alguno el aire de aquel amanecer, en algún momento decido tocar estructuras comatosas, provocando en mi, un profundo sentido de anatomía, en un instante decido escuchar la textura de mis pensamientos.
Besaré el labio de algún leporino con alta algarabía, bajo la sombra del árbol al
vuelo hermafrodita, tomaré la mano del leproso, y ambos nos despojaremos de la
carne que tanto nos limitan, soñaré de nuevo con la tenue ira de un vientre
palpitante, paredes dilatadas traen a empujos un grito, el alma se asoma entre
unas piernas y traen a mí, un espacio triangular, en un tiempo singular.
Naceré
ciego tomando leche de los astros sin mirar atrás, vendré aquí desde la gónada más
gorda, más fuerte que la alegría, pero menos que el malestar, viajaré en fluido
pulpario, la noche me amparará, bailare sí, en simbiosis cual kamikaze molecular,
frenare sí, en efímera sinfonía, no caminare, correré una pertrecha letanía, tomando
frascos rotos para vaciar allí todas las agonías.
Si yo,
¡humilde!
Vivo en
estado larvario, como destino en caracola marina mi voz sonara, al compás del océano
oculto entre unos separados dientes, un paladar hendido es camino de mis
palabras, río de entelequia salival, como suave aliento de ensueño el cantar
acústico de una boca, el instrumento rojo que pronunciara mi nombre.
¡Semidiós!,
amo de la ingesta calórica, glotón de saberes, devorador de placeres limitantes
de razones, sin sentido el alma aprieta con puño grueso el relámpago inaudible,
flota el pecado en una amplia frente y un cráter el niño anencefalo, pide
perdón por un pecado inconsciente.
Y vuela
o nace crece o muere, el hambre de amar sentimiento mortal, cronofago verde
llameante mi mirada marchita en un pecho naciente, todo cesa; y vuela o crece
nace o muere, hambruna de pensar de creer en la verdad, la realidad en un
espejo escuálida se mira, ante su hermana la robusta mentira.
Vuelvo
detrás de una cámara oscura, bajo un árbol de pétalos grises abraso mi fe, en
un instante vuela y crece, nace y muere.
-Por "Recio"
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